Elegí algo

Algo se puede, todo no

Alejandro Gregori
5 min readMay 7, 2022

Las condiciones climáticas en las Ruby Mountains el domingo 3 de abril de 1994 no eran las mejores. Había una tormenta de nieve desplazándose con rapidez. Sin embargo, Frank G. Wells, quien en ese momento era presidente de Disney, decidió subirse al helicóptero privado que lo traería de regreso a su hogar luego de pasar unos días esquiando junto a su amigo Clint Eastwood.

Frank G. Wells estaba en lo más alto de su carrera. Junto a Michael Eisner habían logrado revertir la performance de Disney incrementando en más de 5 veces los ingresos de la compañía. Además de conducir la empresa líder mundial de entretenimiento, Frank logró hacer cumbre en seis de las 7 Altas Cumbres. Subió hasta las cimas del Monte Kilimanjaro en África, Vison en la Antártida, Monte Kosciuszko en Australia, Elbrus en Rusia, el Aconcagua en Argentina, y Denali en Alaska. Solo le fue esquivo el Everest, donde tuvo que regresar estando a 900 metros de la cima.

Ese día en las Ruby Mountains el piloto que lo trasladaba intentó despegar, pero a los pocos minutos tuvo que descender porque las condiciones eran muy adversas para el vuelo. Cuando aterrizaron el piloto removió algo de la nieve que se había acumulado en los motores y el fuselaje del helicóptero. Luego de una hora esperando volvieron a encender los motores e insistieron con cruzar la tormenta de nieve ese mismo día. Ascendieron, pero al cabo de unos minutos terminaron estrellándose. Frank murió junto a otros dos integrantes, solo el guía de sky sobrevivió.

En su honor Disney lo nombró Leyenda de la Compañía y le dedicó una ventana en Main Street donde le grabaron la frase “Para aquellos que lo quieren hacer todo”.

El “Para aquellos que lo quieren hacer todo” parece un elogio. Un hombre ambicioso que todo lo puede, que asciende, que es voraz. Sin embargo, para aquellos que eligen el todo, el resultado es chocarse con la pared. El todo nunca se puede. Se puede algo, que es bastante, y puede ser mucho en algunos casos, pero el todo no.

De hecho, querer todo es una demostración de que no hay apreciación. De que todo está en una igualdad de valor. Es una no elección. Cuando se elige es porque encontramos que una cosa, algo se destaca, y vale mucho más que lo demás. De que lo valoramos tanto que nos quedamos con la que más nos gusta y todas las demás alternativas quedan olvidadas, ni siquiera se mencionan.

El querer todo genera impotencia. ¿Por dónde arrancar si se quiere todo? Vamos saltando de una cosa a la otra porque en cuanto arrancamos algo nos damos cuenta que no estamos haciendo aquello otro que también querríamos hacer.

Arrancá con algo, una cosa

La clave está en elegir algo. Incluso si nos cuesta elegir, podemos elegir cualquier cosa. Ni siquiera es muy importante por dónde comenzamos con tal de que sea una cosa y que iniciemos. Uno tiene la sensación de que tiene que ser LA elección. La que indique exactamente qué es lo que se quiere. Pero no, al inicio no hace falta la precisión. Es cuestión nomás de elegir. De empezar, por algún lado, cualquier lado. De hecho, no importa por dónde comencemos, siempre vamos a terminar haciendo aquello que queremos hacer -si nos dejamos ser.

El valor de arrancar con algo está en que arrancamos. Ya ponernos en movimiento es más valioso que lo que lo que hayamos comenzado a hacer.

Mi analista menciona que las sesiones en las que el paciente viene con un tema y quiere hablar de algo, no suelen ser las mejores. En cambio, salen mucho mejor cuando la persona dice hoy no sé de qué hablar. A partir de esa liviandad uno se permite decir cualquier cosa y eso hace que aparezca algo nuevo, algo que no habíamos calculado decir, sino que es algo espontáneo, más genuino.

¡Se prolífero! Dispará todas tus armas a la vez

En lugar de intentar pensarlo todo de antemano, en lugar de encorsetar el desarrollo, lo mejor es crear en abundancia. Ser prolíferos genera más oportunidades de que aparezca algo mejor que si somos selectivos.

El diseño y la planificación rara vez dan con una invención. Mientras que hacer cualquier cosa al azar empieza a crear su propio sentido.

Jason Blum es uno de los directores de cine más exitosos de los últimos años. Tiene 6 películas en el Top-20 películas que más retorno por inversión han tenido en los últimos 10 años, lo que le dio la fama de hacer blockbusters por centavos. Paranormal Activity, una de sus películas más existosas, fue realizada con un presupuesto de $15.000 dólares y recaudó $200 millones de dólares (link). En los últimos 10 años viene haciendo un promedio de 37 películas por año. Es una bestia prolífica. Todos sus largometrajes son de bajo presupuesto. Su premisa es hacer mucho, la mayor cantidad de apuestas posibles, y que sea el público el que decida si la película vale la entrada. No le importa que salgan mal, si total no le costó nada hacerlas. Alrededor del 40% de sus películas no funcionan, y él sabe que gran parte de su producción obtendrá una reseña de porquería, pero qué importa. Además, entre todas esas “porquerías” hizo Whiplash -inicialmente fue un cortometraje-, que estuvo nominada a 5 Oscars y ganó 3.

Top-10 Películas con más return on invesment (RoI). Fuente: https://www.the-numbers.com/movie/budgets

Es mejor ser prolífico que perfecto. La abundancia de creaciones tiene más oportunidades de crear algo nuevo. Además, es posible que al hacer muchas pruebas vayamos mejorando la técnica en cada iteración.

La creatividad no se puede planificar, lo que sí se puede es crear un sistema de producción masiva que promueva la abundancia de intentos, incluso de pruebas disparatadas, hasta absurdas podrían ser. Porque los éxitos son imprevistos, contingentes, consecuencias de eventos azarosos, de los que no se tiene idea alguna por qué han surgido -por más que a posteriori se den explicaciones racionales. Además de que suelen ser eventos singulares, que no se pueden replicar.

Elegí algo. Arrancá por cualquier lado. Dejate llevar por la experimentación sin cuidado alguno. Que prolifere la abundancia, las mil y una formas. Celebrá no tener recursos. La falta de tiempo, de dinero, puede ser una gran ventaja. Te obliga a resolver con ingenio, y encontrar una innovación más eficaz que el tirarle un montón de recursos. Al final las soluciones eficaces se abren paso solas una vez que empiezan a demostrar que funcionan. Cada prueba de que funcionan atrae nuevos recursos. Eso hace que crezcan, y que se forme una empresa alrededor de la solución. Avanzá sin cuidado, sin ser selectivo, puede que te parezca demasiado desordenado, pero es en esa proliferación, en esa súper producción que va a aparecer la forma de lo valioso para vos, y tal vez también para otros.

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